Lo primero que me hizo sentir… esos rojos y rosas cálidos y amables mezclados con las luces desenfocadas (bokeh) de una megalópolis maravillosa extrañamente solitaria e inhumana pero protectora y llena de vida a la ved.
Las luz y el ambiente cálido de la casa de Theodore, cálida y cómoda, pero donde se aprecia su gran soledad… Y con unas vistas de infarto! (Bangkok y Los Ángeles)-
¡Y sus videojuegos!
¡Y esos maravillosos ascensores escalando árboles! Genial.
¡Y ese búho enorme que parece atraparle con sus gigantescas garras como a una pequeña presa del bosque!
¡Y cómo lleva a su Samantha en el bolsillo de la camisa con ese imperdible…!
Es ante todo una película elegante. Elegante y melancólica. Profunda e inspiradora. Sobre el amor y la vida, aunque creo que son sinónimos.
El guión es rico y emocionante, va fluyendo suavemente hasta que, de pronto te salpica con frases, momentos como Theodore preguntándose: ¿Podré volver a sentir algo nuevo en mi vida, o sólo me quedará el reflejo de lo que ya he sentido...?
O cuando Amy asimila lo efímero de la existencia, y entre tantas dudas y soledad, lo único que quiere permitirse es la alegría.
Al final… Bueno, para eso hay que ver este film y descubrir una y mil veces estos momentos y muchos más.
¡Y ese Picnic!
No hay comentarios:
Publicar un comentario